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Incógnita

Incógnita Incógnita es el nombre que hemos dado a la efigie que preside y que vigila el portal de Arqueología Ecuatoriana, desde todas las ventanas. Su origen es anecdótico, como casi todo en la practica arqueológica ecuatoriana. Se trata de una pieza única, sin contexto conocido, que cayo en nuestras manos de manera paradójica.

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Investigaciones Presentaciones de proyectos Oriente Arqueología del valle del Río Cuyes: proyecto preliminar de investigación
Arqueología del valle del Río Cuyes: proyecto preliminar de investigación PDF Imprimir E-mail
Oriente
Escrito por Catherine Lara, Andrea Yánez   
Sábado, 24 de Noviembre de 2007 12:35
“Arqueología del valle del Río Cuyes” es un proyecto que se inscribe dentro del ciclo de talleres programado por el pensum de la carrera de antropología con mención en arqueología. El taller tiene como objetivo familiarizar al estudiante con la investigación arqueológica, y prepararlo a desarrollar su propio proyecto científico.

Desde septiembre del 2006, las dos estudiantes del nuevo taller, dirigido por el Profesor Ernesto Salazar, hemos estado trabajando en el área del valle del Río Cuyes, ubicado en las estribaciones orientales de Morona-Santiago. El interés del sitio se ubica dentro de un contexto académico muy particular, esto es, el del desarrollo de la arqueología de la región amazónica: efectivamente, dejada en segundo plano por muchos años, ésta fue poco a poco revelando sorpresas a los investigadores. En el Ecuador, desde los trabajos del Padre Porras o de Bushnell (décadas de los 60/70), el área había sido académicamente abandonada, hasta que arqueólogos tales como Rostoker, Salazar, instituciones nacionales y extrangeras (IFEA o el IRD por ejemplo) o estudiantes (Estanislao Pazmiño) lanzarán nuevos proyectos en la zona, desde los años 90 más particularmente.

El valle del Río Cuyes (al igual que otros sitios estudiados por algunos de los investigadores anteriormente citados), no se ubica exactamente en el Oriente, sino en un punto de contacto entre la Amazonía y la Sierra, lo cual acentúa su interés a nivel arqueológico, especialmente en lo que se refiere a dinámicas precolombinas en torno al espacio, contactos entre Sierra y Oriente, etc. Si se logra demostrar la base serrana de dicho lugar, siendo éste un tópico un poco más conocido dentro de las investigaciones llevadas a cabo hasta este momento, esta faceta facilitaría quizá una entrada al estudio de la arqueología amazónica. En todo caso, un mayor conocimiento de este tipo de sitios contribuiría a una re-definición radical de los patrones adaptativos del ser humano, en este caso, en el Oriente, visto por mucho tiempo como terra incógnita, poco apta al desarrollo de culturas complejas (aunque la complejidad cultural es un tema aún no resuelto).

La presentación que proponemos a continuación consiste en la fase preliminar de investigación, en la que presentamos la historia del sitio (su contexto geográifico, las evidencias etnohistóricas y documentales en general al respecto), así como una primera impresión del lugar, basada en la exploración del mismo, llevada a cabo en agosto del 2006.

Historia del sitio:

Mapa de Ubicación :: Valle del Río Cuyes

El valle del río Cuyes se ubica en el límite entre las provincias de Zamora-Chinchipe y Morona-Santiago, al este del páramo azuayo de Matanga y al norte de Gualaquiza, en una zona subtropical, correspondiente a la ceja de montaña oriental. Su relieve accidentado explica las variaciones de alturas, que oscilan entre los 3805 y 1200 m.s.n.m. Las temperaturas giran en torno a los 20°C. Consta de una flora y una fauna tropicales muy variadas.

La primera referencia que hemos encontrado hasta ahora acerca del valle del río Cuyes nos viene de la Relación de la Conquista de Macas por Hernando de Benavente (1550), quien, luego del fracaso de su intento de conquista de los Jívaros, promete regresar a su territorio por el “Zangorima o Río Cuyes” (Taylor).

Según Chacón, en 1621, Vásquez de Espinosa asegura que los Jívaros entraron a la Sierra por el valle del río de los Cuyes, conquistando los poblados de esta zona, y desafiando el poder español en la región (1929).

La información recopilada hasta este momento permite delimitar tres ejes principales que parecen haber llamado la atención de cronistas, viajeros e investigadores, a saber, la descripción de la infraestructura encontrada, el origen étnico de sus autores, y sus connotaciones políticas tales como las refleja el registro etnohistórico, como veremos a continuación.

Cronistas y viajeros son unánimes en alabar la abundancia de recursos existente en la zona:

(…) este don Miguel Gordillo en esa ocasión me aseguró que las montañas producían muchos aromas, mucha cera de abeja, mucha canela y en signo de su verdad me manifestó cierta laya de almendras que había sacado, y algunas resinas muy olorosas, con unos capullos y flor de canela tan grandes que se parecía podía equivaler a 5 o 6 de los que sacan de Qujos o Macas (Tello, 1766).
Las referencias son muy vagas en torno a la infraestructura del lugar, pero destaca la presencia de canales de captación del agua (Domingo de los Ángeles, 1992), de estructuras habitacionales y fortalezas. El mismo Domingo de los Ángeles describe a las casas del sitio como “redondas y largas”, con patios en donde los caciques daban “sermones” y fiestas (idem). Por su parte, Baltasar Tello menciona la recurrencia de “castillos” a lo largo del camino que va desde Sígsig hasta Logroño (in Ponce Leiva, 1992). Por último, el relato más completo y reciente sobre las ruinas del sitio, lo ofrece el investigador Eric Ekstrom, quien hace referencia a la fortificación de Trincheras (en la que ubica una plataforma de observación), así como a dos estructuras fortificadas en las inmediaciones de la Florida, en donde localizó asimismo estructuras habitacionales. Por lo demás, Ekstrom observó una cantidad considerable de terrazas agrícolas y de canales de irrigación o de recuperación del oro a lo largo de las orillas del río Cuyes (Ekstrom, 1987).
Ahora bien, ¿quiénes fueron los constructores de estas estructuras? Anne-Chrsitine Taylor identifica a dos grupos étnicos distintos: los Bolonas (quienes habrían habitado el curso medio del Sangorima, afluente del Cuchipamba) y los Cuyes (localizados en el valle del río homónimo), ambos cañaris, y los Palta y Rabonas, asentados en la parte alta del nacimiento del río Cuyes, en la cordillera (1988). En realidad, la región del Cuyes habría sido parte de un sistema de control de pisos ecológicos desde un núcleo central localizado en la Sierra (idem), por la abundancia de recursos, siendo así una zona de contacto a la vez bélico y comercial con los temidos Jívaros del Oriente (justificándose así la existencia de fortificaciones) (ibidem). Posteriormente, los Incas retomarían este sistema de control, pero orientado más particularmente hacia la explotación de los placeres auríferos (Taylor, 1988). Desde luego, la zona es ampliamente conocida por sus lavaderos de oro. Sin embargo, los documentos etnohistóricos dan a entender que los Españoles que deseaban explotarlo pedían mano de obra a Cuenca, Sígsig, San Bartolomé, Jima o Paccha (Navarro, 1986), lo cual deja suponer que, en primer lugar, los moradores de estos 4 últimos asentamientos debieron haber sido escogidos por su buen conocimiento del valle (en donde se supone vivían antes), y que, en segundo lugar, debían ser poco numerosos, ya que se pedía refuerzos a Cuenca. Cabe asimismo mencionar que para 1577, año en que escribe Domingo de los Ángeles, éste reporta 190 tributarios en la región de Paccha, mientras que en 1765, Merisalde y Santisteban hace referencia a 8000 individuos.
Ekstrom plantea por su parte que las fortificaciones de la zona serían más bien incas (idem).
Las evidencias etnohistóricas parecen apuntalar los argumentos anteriormente enunciados, especialmente en lo que se refiere al uso del idioma cañari en la zona (Domingo de los Ángeles, in Ponce Leiva, 1991).Taylor basa también el argumento de la ocupación cañari en la toponimia recurrente entre la región serrana cañari, y algunos nombres similares que sobrevivieron en la región del valle del río Cuyes. Por otra parte, según Domingo de los Ángeles, los Cuyes y Bolos (seguramente Bolonas), tenían el mismo cacique (idem); hace también referencia a sangrientos conflictos con los Incas, y a guerras constantes con los Jíbaros por sal y mujeres (ibidem). De hecho, otra fuente hace menciona a la sal Gema (¿Jima?) (Larrea, in Navarro Cárdenas, 1993).
Morán, en un artículo escrito en 1948, plantea que los grupos del valle del río Cuyes debieron ser Cañaris, ya que no se reportó ningún tipo de violencia en el momento en que los Españoles los redujeron con las demás poblaciones cañaris.
La última referencia que encontramos al respecto nos la ofrece Oberem, en su estudio sobre los Cañaris y la conquista española. De este artículo se rescata que algunos Cañaris se podrían haber refugiado en “regiones lejanas”, como la del Cuyes, de cara al avance inca (¿sería entonces ésta la justificación de la presencia de fortificaciones en la región del valle?) (Oberem, 1974-76). Oberem hace luego mención a un documento que evoca la complicidad de los caciques cañaris del Cuyes, quienes se habían aliado a los Quijos para luchar en contra de los Españoles, y quienes fueron luego llevados a Quito y castigados luego del descubrimiento de la conspiración (Oberem 1974-76).
En lo que se refiere a la organización política de la zona, en base a las afirmaciones de Chacón, la región del Cuyes conserva un interés particular, ya que en las primeras épocas de la colonia, su sistema político nativo era aún respetado. Este sistema consistía en unidades políticas o cacicazgos conformados por ayllus, los cuales ocupaban parcialidades delimitadas por valles fluviales (1990). Un cacicazgo podía controlar parcialidades diferentes de las suyas, como lo fue precisamente el caso con la del cacique Duma, quien lo era de Cuicay, Culles, Collana y Sangorima (ANH, cacicazgos, 1723). Siguiendo a Chacón, este cacicazgo correspondía al más grande de toda la región (idem). De hecho, el río Sangorima y sus ruinas, exploradas  o mencionadas respectivamente por Don Juan Manuel de Rojas, el Padre Antonio José Prieto, el Padre Allioni y Enrico Festa, se localizan en el valle del río Cuchipamba, lo cual permite suponer que la zona controlada por dicho cacicazgo era realmente extensa, ameritando así una comparación entre las ruinas del valle del río Cuyes por un lado, y del Cuchipamba por otro.
De acuerdo con los documentos encontrados en el ANH, posteriormente, algunos asentamientos del  valle del río Cuyes fueron reducidos al pueblo de Sigsig, anejo de Gualaceo, en la jurisdicción de Cuenca (1775, hoja 20). Dichos documentos permitieron reconstruir una genealogía de los caciques Duma, quienes, según la evidencia, ocupaban dicho puesto desde la época de los Incas, o desde la “gentilidad” (idem). Sin embargo, según Bartolomé de los Ángeles, el cacique de los Cuyes del pueblo de Paccha pertenecía a una familia diferente, los Ataribana. ¿Corresponden Duma y Ataribana a ayllus diferentes? ¿Acaso era el de Duma el ayllu central de la parcialidad? ¿Cómo se articulan estos ayllus a la distinción entre Bolos y Cuyes propuesta por Taylor? Preguntas que esperamos poder contestar gracias al hallazgo de nuevos documentos en los archivos en curso de investigación.

Primera exploración al Valle del Río Cuyes: observaciones

Durante el mes de agosto del 2006 se realizó una primera exploración al Valle del Río Cuyes en compañía de Ernesto Salazar, profesor de arqueología de la PUCE y director de este taller además de algunos cuencanos interesados en la historia de la zona, para lo cual arribamos a la localidad de Jima desde donde nos embarcamos en una furgoneta que nos llevó a través de la Cordillera de Moriré hasta un lugar llamado Tambillo a 3064 m.s.n.m, lugar en el que se realizaban actividades de intercambio y comercialización de productos básicos como dulces, quesos, colas, etc, lo que nos hizo pensar que posiblemente en la época precolombina y colonial este sector era utilizado con los mismos fines tal como lo confirma la información etnohistorica.
Continuando con nuestro viaje de exploración e iniciando una larga caminata, comenzamos a descender la cordillera y se podía observar un ecosistema propio de ceja de montaña, la topografía del lugar se prestaba para  que la ruta esté trazada sobre los filos de los cerros existentes, el camino de bajada parecía ser improvisado, en la superficie del camino existían muchas piedras lo cual dificultó el tránsito,  además por tratarse de una zona lluviosa, algunos tramos estaban llenos de fango haciendo la vía resbalosa y pantanosa. Cabe señalar que el ancho del camino no sobrepasaba 1m.
En algunos sectores del camino pudimos observar culuncos, estos son caminos bajo la superficie, la profundidad de los mismos varía de acuerdo a la topografía del lugar, en otras partes vimos algo parecido a camellones pero hechos por los caballos que utilizan las personas para llevar su carga o viajar en ellos. A medida que avanzábamos se perdía el camino ya que en algunos trechos aparentemente se estaba iniciando la construcción de una carretera ya que había muchos árboles talados y troncos a lo largo y ancho del camino, hecho que dificultó aun más nuestro descenso. Cerca de este lugar nos encontramos con personas que posiblemente trabajaban en esa construcción y estaban levantando su vivienda temporal aledaña al camino.
A seis horas aproximadamente de Tambillo está un pueblo llamado San Miguel de Cuyes que está formado por 30 casas aproximadamente, las mismas que tienen una arquitectura típica del lugar, es decir, de madera extraída de los bosques cercanos al lugar, levantadas a aproximadamente 50cm. de la superficie para evitar posibles inundaciones y el ingreso de animales que pueden ser perjudiciales para los habitantes, además existe una iglesia que es usada ocasionalmente, hay una casa comunal, una escuela unidocente con una cancha donde se realizan actividades deportivas.
En el pueblo antes mencionado nos recibió el presidente de la Junta Parroquial, quien al conocer nuestros intereses de estudio, nos llevó hacia un “molino” ya que en ese lugar encontraron una piedra circular con un hoyo en el centro (en el caso de ser un molino, esta forma corroboraría dicha idea ya que en el Nuevo Mundo no se conocía la rueda antes de la conquista española), mientras avanzábamos hacia el molino, en el camino había evidencia de terrazas agrícolas, más adelante existe una estructura rectangular dividida en 2 partes, cada una con su respectiva entrada y conectadas entre sí.
La parte frontal de la estructura es más grande que la parte posterior. La parte frontal está constituida por muros de una sola hilera de piedras mientras que la parte posterior consta de un muro doble, el alto de los muros en esta parte es de aproximadamente 1,5m lo que nos muestra un buen estado de conservación, a diferencia de la parte frontal en donde los muros tienen 0,50m. Cerca al lugar hay una planta eléctrica que funciona solamente hasta la 6 de la tarde.
La forma de esta estructura coincide con la descripción realizada por el Fray Domingo de los Ángeles de lo que él denomina Casa Cacical mencionado anteriormente en la reseña histórica el lugar. Detalle con el cual concluimos nuestro primer día de exploración.
Por la mañana siguiente, al salir de San Miguel de Cuyes vimos una estructura que parece ser las bases de un bohío, ésta se encuentra a la otra rivera del río, continuamos nuestro descenso y el camino se tornó más transitable y menos complicado con inclinaciones y declinaciones no muy pronunciadas, siguiendo el mismo tono del camino del día anterior ya que continuaban apareciendo piedras en la superficie pero las dimensiones ahora son un poco más amplias, la forma en la que la gente conserva estos caminos es mediante el empalizado ya que de esta manera se evita que se transformen en pantanos.
La vegetación es más alta, lo que da indicios de un clima algo húmedo y tropical característico de la selva, las plantas y árboles van cambiando de a poco y ya se ve algunos árboles de chonta y pambil que sobresalen del resto de la vegetación.
En seis horas más o menos encontrarnos con un “pueblo fantasma” llamado Amazonas, que curiosamente es la cabecera de la parroquia que lleva el mismo nombre, en ese lugar habitan tan solo 2 personas y hay alrededor de 15 casas, el resto de la población que aquí residía se mudó a Ganazhuma, una comunidad dos horas más adelante, para llegar a este poblado es necesario cruzar el Río Cuyes.
Una vez en Ganazhuma, que se asienta en pleno valle a orillas de río, algunos de nuestros compañeros de viaje tomaron un refrescante baño en sus aguas. Pudimos ver que este poblado es más grande que Amazonas y tiene mayor infraestructura que la cabecera parroquial ya que cuenta con una escuela hecha ya no completamente de madera sino que se utiliza cemento también. Hay un pequeño brazo del Río Cuyes que atraviesa dicho pueblo.
Después de comer algo partimos guiados por el presidente de la junta hacia un lugar conocido como Trincheras, caminando paralelamente al río y pasando por pequeñas zonas pantanosas, a medida que seguimos avanzando, el camino se torna difícil en cuanto es muy declinado y pedregoso, sube el cerro haciendo un zig-zag, ya cerca de llegar a la cima atravesamos un poco de bosque en el que encontramos una especie singular de musgo de color rosado.
Entre la abundante vegetación, una pared de aproximadamente 1m. de ancho nos daba la bienvenida, a simple vista supimos que se trataba de una estructura monumental conservada bajo la flora selvática del lugar, tiene forma de lo que en la Sierra conocemos como “Pucará” y está ubicada en una posición estratégica que es la cima de un cerro, está a 2248 m.s.n.m pero nos hace falta un estudio más profundo para determinar lo que es.
Al ingresar a esta estructura nos encontramos con una entrada claramente definida que tenía paredes de piedra laja,  elemento que se extiende al resto de la edificación, más adentro pudimos ver que ésta tenía una zanja o trinchera que la rodeaba. Desde la pared en forma circular teníamos una vista panorámica de todo el valle lo cual corrobora la idea de que ésta era un puesto de vigilancia.
El lugar en algunas partes tiene un buen estado de conservación mientras que a medida que se adentra en el cerro es pésimo debido a la exuberante vegetación que la cubre.
Un detalle importante que debemos agregar a Trincheras es que el guía nos informó que frente a esta estructura existe otra que tiene la misma forma, en la fase de prospección de nuestro proyecto la buscaremos para encontrar su relación, si fuera el caso, con Trincheras.
Otros indicadores arqueológicos pueden ser extraídos de la información etnográfica ya que los guías locales indicaron la existencia de terrazas agrícolas y habitacionales cerca de Ganazhuma, lugares que serán visitados en la siguiente fase de nuestro proyecto.
A diferencia de San Miguel de Cuyes, Ganazhuma tiene una planta eléctrica que funciona hasta las 10pm. Además existe una escuela relativamente más grande que las dos localidades anteriores, las casas conservan la misma forma de construcción típica del lugar.
En la mañana del día 3 nos dirigimos rumbo a La Florida, nuestro destino final, y en el camino, uno de los guías nos contaba que al otro lado del río existen algunas cuevas en las que se han encontrado oro.
La vía hacia La Florida se inclinaba y declinaba con mayor frecuencia, no era raro ver arroyos que bajaban la montaña y atraviesan el camino para desembocar en el río, en algunos tramos el sendero descendía hasta el nivel del mismo. Debido a la existencia algunas zonas pantanosas encontramos sectores de camino empalizado y empedrado, cerca de La Florida el camino se ensanchaba ya que los trabajos de la carretera actual estaban bastante avanzados.
El camino que nos llevó desde Tambillo hasta la Florida es un sendero que posiblemente se constituye como la única vía para subir o bajar la cordillera, preguntamos al guía si existía otro sendero pero la respuesta fue negativa. El camino estaba lleno de piedras en algunos tramos debido a la geología del lugar, en otros hay culuncos hechos por los animales, en especial caballos, que la gente utiliza para transportar sus pertenencias, también encontramos partes de camino lastrado y empalizado, además en el comienzo de nuestra caminata y ya en la recta final para llegar a La Florida, pudimos observar que es estaba iniciando la construcción de una carretera.
Una vez en La Florida y luego de un merecido descanso, nos dirigimos en bus hacia Gualaquiza pasando por Nueva Tarqui donde nuestros guías y Ernesto afirmaron la existencia de algunas estructuras en forma de Churos, lastimosamente este sector del Valle del Río Cuyes queda fuera de nuestra área de estudio, finalizando así nuestro primer reconocimiento arqueológico.

A manera de conclusión, cabe resaltar que algunas preguntas surgen de esta recopilación de datos históricos, las mismas que se intentará responder gracias a investigaciones documentales más profundas, así como a la confrontación directa con la evidencia encontrada en el campo. Estas preguntas se refieren especialmente al origen de los habitantes del Cuyes, a la cronología de ocupación del sitio, y a su posible implicación dentro de una dinámica política y económica de control de pisos ecológicos. El diseño del proyecto contemplará asimismo las diversas preguntas investigativas que nos permitirían hallar respuestas a través del registro (= qué se esperaría encontrar si tal o tal hipótesis sugerida por la afirmación de algún autor se comprueba). Esto nos deja una puerta abierta a posteriores estudios que vayan más allá del río, ya que existen otras estructuras interesantes en la localidad de Nueva-Tarqui.

Sitio de Trincheras :: Entrada

Última actualización el Lunes, 07 de Septiembre de 2009 02:12
 

Comentarios  

 
#4 Catherine Lara 08-01-2010 18:06
Estimado Sr. Durán:

Muchas gracias por sus comentarios sobre este escrito que, como su nombre lo indica, corresponde a una investigación preliminar publicada hace casi 3 años. El tema etnohistórico se lo investigó con mayor profundidad en la tesis
"Aportes y facetas del reconocimiento arqueologico: el caso del valle del rio Cuyes", descargable en la sección "Tesis Académicas" (Oriente) de este portal. Este trabajo sirvió de base a la investigación que el INPC -en convenio con la Alcaldía de Gualaquiza y la colaboración de las parroquias de San Miguel, Amazonas y Nueva Tarqui- está actualmente llevando a cabo en la zona. El objetivo de este trabajo -al que usted alude- es contar con un levantamiento topográfico preciso de las ruinas del valle del río Cuyes, así como recuperar una muestra de materiales que nos ayude a ubicarlas cronológica y culturalmente de manera más precisa. Los datos registrados durante la fase de campo están actualmente siendo procesados y se espera poder difundir muy pronto los primeros resultados de esta investigación. Desde luego, no es la primera vez que se investiga en el valle del río Cuyes, y más allá de los aportes pioneros de Carrillo, Ekstrom, Taylor, Salazar y Ledergerber, hay muchas personas que conocen a fondo los sitios, comenzando por los propios comuneros. Lo cual tampoco impide que se siga investigando en el área, pues estamos muy lejos de conocerlo todo sobre ella, por lo que es fundamental que tanto investigadores como representantes locales colaboren en esta tarea.

Dicho esto, queda claro que la arqueología y la historia son disciplinas complementarias llamadas a dialogar e intercambiar ideas. En este sentido, si usted ha publicado algún escrito sobre el sector o cuenta con información que pueda compartir en vistas a crear un debate académico que contribuya al conocimiento del pasado precolombino de la zona, qué mejor.

Saludos,

Catherine Lara
Arqueóloga
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#3 felipe duran 05-01-2010 20:21
trecientos años de presencia de los conquistadores y colonizadores españoles en la región no solo del Cuyes, sino tambiñen del verdadero valle del zamora; no pueden ser soslayados en los estudios arqueológicos de la región.
Hay abundante información documental de las época que con nombres y apellidos, sitios y construcciones nos llevan por este camino.
Si el arqueologo desconoce la historia, es facil que haga un cuento.
recomiendo antes de nada estudiar la documentación que habla de la presencia de españoles e indios que fueron transportados a la región en busca y explotación de oro; estos indios no fueron precisamente "cañaris" ya que los cañaris fuero llevados por los incas a otras regiones del imperio. 23 años de vivir en la región, de haber sido el primero en estar en muchos yacimientos arqueologicos; y, el estudio histórico de la región me permite opinar al respecto y hacer un seguimiento de lo que los investigadores del INPC pretenden realizar allá. Respetuosamente.
Dr. Felipe Durán Alemán.
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#2 Cañari ImperialMelqvisedek 23-10-2009 10:49
Bvena Recopilacion de datos ya qve hasta el momento se sabe demaciado poco acerca de la Raza Cañari...

:-)
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#1 Guest 28-07-2009 06:06
:-)
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